jueves, 13 de octubre de 2005

Medios, tiburones y Nicole Kidman

La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Medios, tiburones y Nicole Kidman



Mientras usted lee esto, se lleva a cabo en Morelia, Michoacán el 14º Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica. En él se discuten todo tipo de aspectos relacionados con esta labor y se presentan propuestas y experiencias de lo más diverso, con la esperanza de que la comunidad de divulgadores nacionales y las actividades que llevan a cabo, vayan creciendo a un ritmo cada día mayor.

Entre los temas discutidos, destacó el de la relación de científicos y divulgadores con los medios masivos de comunicación. Y es que, en un país con más de 100 millones de habitantes, los divulgadores somos cada día más conscientes de la urgente necesidad de llegar a públicos más amplios.

El problema es que en los medios masivos el espacio está mucho más competido: los temas que ocupan las primeras planas de los periódicos son la política, los deportes o el espectáculo. ¿Cómo lograr que la ciencia salga ocupe un lugar prominente con tales competidores?

Un caso recientemente aparecido en la prensa mundial puede servir de ejemplo de cómo la creatividad puede ofrecer soluciones al dilema. Se trata de un excelente estudio (ya comentado en MILENIO Diario el pasado 8 de octubre) sobre el comportamiento migratorio de los tiburones blancos de Sudáfrica, llevado a cabo por investigadores de la World Conservation Society, de Nueva York, y encabezado por un oceanólogo mexicano. El estudio se publicó el 7 de octubre en Science, una de las dos revistas científicas más influyentes y prestigiadas del mundo.

Consistió en colocar en las aletas dorsales de los tiburones unos transmisores especiales que registraban sus movimientos (dirección, profundidad) y luego enviaban la información a los investigadores. No todo era sentarse a esperar que llegaran los datos, claro: primero tuvieron que capturar a los tiburones y colocarles los transmisores, labor francamente arriesgada.

Así se averiguó que los tiburones migran a distancias y profundidades mucho mayores de lo que hasta ahora se suponía (hubo una hembra que viajó 20 mil kilómetros en nueve meses, en viaje redondo de Sudáfrica a Australia), y lo hacen con velocidades de casi cinco kilómetros por hora. Según explica el temerario investigador que coordina el proyecto (a quien se ve en fotos junto a las fauces de un tiburón mientras le coloca un transmisor), esto cambia por completo la imagen que teníamos de los tiburones como animales predominantemente costeros.

Cambian también las implicaciones para su conservación, pues debido a su mala imagen pública y a su pesca excesiva, el tiburón blanco está en peligro de extinción. Hasta ahora se pensaba que las poblaciones de lugares distantes entre sí, como Australia y Sudáfrica, estaban aisladas; el estudio muestra que no necesariamente es así, y que quizá las estimaciones de población estén erradas.

Pero desde el punto de vista del periodismo científico, el estudio tiene una característica notable: los investigadores, con excelente visión noticiosa, y con el interés de atraer la atención pública para obtener apoyo para sus proyectos, nombraron Nicole a la hembra que viajó a Australia (en honor de la guapa australiana Nicole Kidman, quien ha expresado su interés por la conservación de los tiburones).

Esto, junto con la calidad del estudio, logró atraer la atención de los medios, que tuvieron así un anzuelo para convertir una noticia científica importante en nota de primera plana, gracias al vínculo con el mundo del espectáculo. (Habría que ver, claro, qué opina Kidman de ser comparada con una tiburona).

El caso ejemplifica varias cosas. Que un mexicano producto del sistema educativo mexicano puede convertirse en investigador internacional de primer nivel. Que con recursos y creatividad puede no sólo hacerse ciencia de primera, sino también lograr que esa ciencia ocupe un lugar en los medios. Y finalmente, que los científicos están ya conscientes de que los medios pueden ser sus aliados en la labor de procuración de fondos y de difusión de sus resultados.

Quizá lo único triste es que rara vez esto ocurra en nuestro país, y que muchos de los mayores logros de científicos mexicanos se den cuando trabajan en otros países.

Ah, por cierto, un pequeño detalle de orgullo familiar. El investigador que encabezó este estudio, Ramón Bonfil, es mi hermano.

mbonfil@servidor.unam.mx

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