miércoles, 15 de marzo de 2006

Y la genómica mexicana avanza

La ciencia por gusto
Y la genómica mexicana avanza

Martín Bonfil Olivera

Siempre es bueno recibir buenas noticias, y la publicada el pasado viernes (“Descifran mexicanos genoma de bacteria”) es especialmente buena (aunque algún periódico hablara de que era “el primer genoma completo de un organismo”, como si nunca se hubiera descifrado otro).

Conviene comentar por qué es buena noticia. Lo primero que uno se pregunta es por qué secuenciar (o leer la secuencia de bases o letras que forman la información genética de un organismo) el genoma de una bacteria, cuando ya se ha secuenciado el genoma humano.

Respuesta: incluso el genoma de una humilde bacteria es conocimiento importante. Comparando genomas de más y más organismos de todo tipo, se puede ir aprendiendo sobre principios generales de la evolución y la genética. Y la bacteria elegida, Rhizobium etli, no es un microbio cualquiera: se trata de una de las cruciales bacterias fijadoras de nitrógeno, que al tomar este gas del aire, donde abunda, y convertirlo en amonio, permiten que las plantas lo usen y puedan crecer.

El nitrógeno es parte indispensable de las proteínas y los ácidos nucleicos; todo organismo lo necesita, pero sólo unos pocos –las bacterias fijadoras– pueden tomarlo del aire. Rhizobium etli, que se asocia en simbiosis con la planta de frijol, ha sido estudiado por investigadores del antiguo Centro de Fijación del Nitrógeno de la UNAM (hoy Centro de Ciencias Genómicas) durante años. La secuenciación de su genoma indica la madurez de un proyecto que continuará creciendo, para beneficio de la ciencia mexicana y de nuestra sociedad.

Y no sólo por el conocimiento científico producido, sino por la adquisición de importante infraestructura (computadoras, aparatos de secuenciación) y sobre todo por la formación de recursos humanos especializados que se logró.

Es también interesante saber que el genoma de Rhizobium etli está repartido en un cromosoma circular (los humanos son lineales) y 6 pequeños cromosomitas extra llamados plásmidos (el genoma humano consta de 23 cromosomas). La secuenciación de los 6.5 millones de letras del genoma de R. etli (el humano tiene unos 3 mil 200 millones) duró siete años y costó de seis a siete millones de dólares. Dinero bien invertido que dará dividendos científicos, tecnológicos y económicos a largo plazo. En ciencia, como en la cocina, se requiere paciencia (y constancia) para lograr calidad. ¡Enhorabuena!


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