jueves, 13 de julio de 2006

La década de Dolly

Milenio Diario
La ciencia por gusto

12 de julio de 2006

El 5 de julio se cumplieron diez años del nacimiento de la oveja Dolly, primer mamífero clonado del mundo. La noticia pasó inadvertida, quizá por el tenso momento electoral, o quizá porque la posibilidad de obtener duplicados genéticamente idénticos de gatos, perros, vacas, ratones, simios y cerdos forma ya parte de nuestra normalidad.

El 23 de febrero de 1997, fecha en que Dolly fue presentada en sociedad (luego de una prudente espera para estar seguros de que la oveja sobrevivía y estaba sana), quedó demostrado que algo considerado imposible no lo era.

El éxito de Ian Wilmut y Keith Campbell, del Instituto Roslin, en Escocia, se debió a un trabajo científico profesional, serio y tenaz. Pero también a la relativa buena suerte que tuvieron de estar trabajando con células vivas, un sistema especialmente noble.

Para crear a Dolly se usó una célula de la oveja que se quería clonar (específicamente de su glándula mamaria, hecho que llevó a bautizar al clon en honor de Dolly Parton, la cantante country famosa por sus generosos atributos pectorales). Se le extrajo el núcleo y se insertó en un óvulo de otra oveja de una variedad distinta, al que previamente se le había eliminado el suyo.

Pero el transplante de núcleo es un proceso muy burdo: equivale a abrir el abdomen de un paciente con cirrosis, sacarle el hígado, arrojar al interior un hígado nuevo y luego simplemente cerrar la herida y esperar que funcione.

Sin embargo, ¡funcionó! No es tan sorprendente. Si se toma en cuenta que las primeras células surgieron mediante un proceso azaroso de agregamiento de piezas que fueron acoplándose, y que dependían de poder aprovechar los componentes útiles que les ofrecía el ambiente que las rodeaba, es natural que cuenten, en cierta medida, con la capacidad de autoensamblarse y autorrepararse.

En cambio, la clonación de seres humanos sigue estando, al parecer, fuera de nuestro alcance. En parte por dificultades técnicas (baja eficiencia del proceso y defectos degenerativos en los clones), pero también por problemas éticos. Mientras no pueda asegurarse que la clonación produciría embriones humanos sanos y viables, es mejor no crearlos.

Aunque, ¿quién sabe?: quizá pronto se descubra una forma de superar estos problemas y la clonación se convierta en un proceso eficiente y seguro. ¡Hace diez años nadie hubiera creído que se pudiera clonar una oveja!

Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx

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