miércoles, 13 de mayo de 2015

¿Vacunas mortales?

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario,  13 de mayo de 2015

El sábado 9 de mayo sonó la alarma: “Mueren 2 niños por vacunas del IMSS en Chiapas”.

La terrible noticia, la muerte de dos bebés, Yadira, de 30 días de nacida, y Emmanuel Francisco, de 28, , comenzó a circular en medios y redes sociales. Habían comenzado a presentar fiebre y convulsiones a las 7 de la noche del viernes 8 de mayo, luego de haber recibido, a las 12, las vacunas de tuberculosis, rotavirus y hepatitis B por parte de trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que llegaron a su modesta comunidad de La Pimienta, en el municipio de Simojovel, Chiapas.

Otros 29 de los 52 niños que recibieron la vacuna tuvieron “reacciones adversas” y fueron trasladados al hospital “Dr. Gilberto Gómez Maza”, de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas. Seis se hallaban graves y 23 estables, según un comunicado del IMSS del domingo 10 de mayo. El lunes 11 otro comunicado informó que “debido a su mejoría, 3 niñas y 2 niños” habían sido dados de alta, aunque continuarían en observación otras 72 horas; 18 continuaban estables, y seis permanecían graves. No se ha proporcionado información más específica sobre los síntomas concretos que sufren los enfermos; todo parece indicar que se trata de reacciones alérgicas agudas.

La comunidad de La Pimienta se halla “en un cerro árido devastado por la extracción minera y la sobreexplotación de cultivos de maíz”, describe Ángeles Mariscal en un reportaje publicado en CNN.com. El municipio de Simojovel, al que pertenece, se considera “de alta marginación”, y “es conocido por el ámbar que se obtiene de sus minas”. El padre de Yadira se dedica a la extracción de ámbar, pero ello “no le deja lo suficiente para sobrevivir, ni siquiera para pagar el servicio médico para su familia”.

La mayor parte de los padres de los menores afectados habla la lengua tzotzil, y requirieron de intérpretes para poder comunicarse con el personal médico del hospital en Tuxtla y con los representantes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos que llegaron al lugar para revisar con detalle el caso.

Datos como éstos ponen de relieve la dimensión de la tragedia, doblemente lacerante por afectar a ciudadanos que viven ya una situación de pobreza y abandono.

Sin embargo, hay otra dimensión grave en lo ocurrido: al circular la noticia formulada tal como aparece arriba, de modo que se da por hecho que la causa de las muertes son las vacunas (en particular, los comunicados han señalado a la vacuna contra la hepatitis B como la causante de las reacciones), se está involuntariamente apoyando la falsa idea, que ha circulado recientemente en México y otros países, de que las vacunas son dañinas para la salud y deben evitarse.

El negacionismo de las vacunas, como se le conoce, y del que ya hemos hablado en este espacio, es una idea seudocientífica peligrosa: su difusión ha causado ya brotes epidémicos en el Reino Unido y Estados Unidos (fue notorio el brote de sarampión –enfermedad que había sido ya erradicada del territorio estadounidense­– en Disneylandia, que comenzó a finales de diciembre del 2014, fue detectado el 7 de enero de 2015 y se declaró finalizado el 17 de abril, luego de afectar a 147 norteamericanos y 159 canadienses, así como a varios mexicanos, muchos de ellos no vacunados).

La extendida desconfianza que existe entre la población general de nuestros país hacia los productos tecnológicos derivados de la ciencia –sustancias químicas, medicamentos, vacunas, cultivos transgénicos– es terreno fértil para creencias infundadas y peligrosas como la de que es mejor no vacunar a los niños. Cada vez más familias mexicanas comienzan a adoptar esta preocupante idea, lo que pone en peligro no sólo a sus hijos, sino a los demás niños, que a pesar de estar vacunados quedan en riesgo al perderse el efecto de inmunidad de grupo, con lo que pueden quedar expuestos a microorganismos causantes de la infección.

En este panorama, la noticia de las dos muertes y los 29 casos de reacción adversa vienen como anillo al dedo para reforzar los temores contra las vacunas. Titulares como el citado contribuyen a reforzar dicha impresión.

Afortunadamente, las autoridades de salud reaccionaron, si bien con cierta lentitud y una parquedad informativa que raya en el hermetismo, de manera correcta al plantear varios puntos esenciales: 1) la asociación entre los percances y la vacuna aún es de presunción: hace falta una investigación que permita asegurar que es el caso; y 2) dicha investigación ya está en proceso: todos los frascos del lote de vacunas de hepatitis B usados en Simojovel ya fueron recuperados y están siendo analizados en la Ciudad de México por expertos de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y la Secretaría de Salud.

Es importante tener claro que el daño a los pequeños de Simojovel fue causado por algún factor anormal en la aplicación de la vacuna; no por la vacuna en sí (de lo contrario, habría muchos más casos en todo al país entre los cientos de miles de recién nacidos que son vacunados anualmente). La vacuna de la hepatitis B, que se fabrica mediante métodos de ADN recombinante en levaduras, usando la proteína de superficie del virus, es especialmente segura. Entre sus efectos secundarios raros se registran fiebre de 38.5 grados, dolor de cabeza o muscular, náuseas y vómito, pero se resuelven espontáneamente. Sólo los casos de alergia grave pueden llevar al choque anafiláctico. No está aún claro que eso sea lo que haya sucedido, por la parquedad en la información disponible, pero parece ser la hipótesis más probable.

Otra posibilidad tendría que ver con la fabricación misma de la vacuna –en cuyo caso todo el lote, que se repartió en diversas poblaciones, tendría que haber causado efectos, cosa que no ocurrió–, o, más probablemente, con su manejo. Las vacunas requieren de una manipulación muy cuidadosa a lo largo de su distribución y almacenamiento: lo que se conoce como “cadena de frío”. La Norma Oficial Mexicana NOM-036-SSA2-2002, “Prevención y control de enfermedades. Aplicación de vacunas, toxoides, sueros, antitoxinas e inmunoglobulinas en el humano” especifica las condiciones de refrigeración para las vacunas, el tiempo máximo que pueden permanecer almacenadas en cada etapa de su distribución (federal, estatal, municipal, local), los rigurosos estándares de transportación (en camiones equipados con cámaras refrigerantes que se calibran periódicamente), su vida útil, etcétera. Una posibilidad, aunque remota, es que la cadena de frío se haya roto en el manejo de las vacunas que se aplicaron en La Pimienta, y ello haya causado su deterioro.

O quizá los niños afectados simplemente resultaron ser todos alérgicos a algún componente de la vacuna –¿quizá por razones familiares?– o bien padecían todos de alguna infección que provocara la reacción adversa (la vacuna no debe aplicarse cuando hay fiebre de 38.5 grados o más o alguna enfermedad grave; no se ha informado del estado de salud previo de los bebés afectados).

En resumen, si bien lo más probable es que las muy lamentables muertes hayan sido consecuencia de la vacunación, ello no quiere decir, ni con mucho, que vacunar a los recién nacidos, según el Esquema Nacional de Vacunación, sea peligroso, ni que la vacuna contra la hepatitis B sea un riesgo. El amplísimo esquema de vacunación que reciben gratuitamente todos los niños mexicanos es uno de los más completos del mundo, y ha sido elogiado por las autoridades sanitarias de varios países.

Las vacunas han sido uno de los desarrollos médicos y científicos que más vidas han salvado en la historia de la humanidad. No permitamos que la existencia de un caso desafortunado promueva la desinformación que difunde el peligroso movimiento antivacunas.

Como un efecto tardío, las lamentables muertes de Simojovel han atraído la mirada de México y el mundo a ese municipio sumido en la pobreza. Quizá, como un efecto secundario involuntario, ello redunde en una mejora de su nivel de vida, así sea sólo porque las autoridades quieren cuidar su imagen en estos tiempos electorales.


[*Actualización del miércoles 13 de mayo 9:50 am: escucho en un noticiero de radio que se presume que las vacunas podrían haberse contaminado durante su manejo en Chiapas. Un comunicado del IMSS fechado el 12 de mayo añade que de los 2 bebés graves, dos están ahora estables, y que se tiene evidencia de que los daños fueron causados por una infección bacteriana ajena a la vacuna. Se anuncia que investigación continúa.]

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2 comentarios:

Antonio dijo...

Martín,

Dada la importancia del caso y para evitar que empiece a cundir la fiebre del "no vacunaré a mis hijos porque las vacunas son peligrosas", creo que es peligroso dejar la difusión del resultado de la investigación en manos de los voceros del IMSS. Hay que hacer una solicitud al IFAI para que entregue toda la información y hay que publicarla y darle mucha difusión. No me gusta repartir chambas, pero creo que como divulgador científico de la UNAM estás en una posición privilegiada para esta tarea. Si puedo ayudar en algo, lo haré con mucho gusto.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Bonfil es el menos indicado para una tarea de este tamaño, dado su historial lleno de acusaciones sin fundamento. Para un tema tan delicado como este, en preciso la investigación de científicos en activo, no de mercenarios ideológicos al servicio de la escuela CSICOP-Círculo Escéptico.