domingo, 16 de abril de 2017

La Marcha por la Ciencia

Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en Milenio Diario, 16 de abril de 2017

Vivimos, a nivel global, tiempos difíciles. No sólo por la llegada al poder de un energúmeno como Donald Trump, que constituye una catástrofe en sí misma, sino por el resurgimiento de vicios humanos que creíamos, si no ya eliminados, al menos en proceso de ser superados.

Vicios como el racismo, que fomenta la división y la estigmatización de grupos humanos basados en su color de piel, religión u origen étnico. Como la homofobia, la misoginia, el machismo, y tantas otras formas de discriminación, que consideran que hay seres humanos superiores y otros indignos. Como el pensamiento anticientífico, que niega la evidencia respecto a fenómenos bien estudiados y conocidos y fomenta el comportamiento irracional que sólo daña a nuestras sociedades y a la naturaleza de la cual dependemos. Como los regímenes autoritarios, que con base en ideologías políticas, religiosas o económicas gobiernan vulnerando los derechos de sus ciudadanos y dañando a sus naciones.

Pero la influencia de los Estados Unidos en el mundo es grande, y las decisiones que toma su irresponsable presidente en materia de política, ciencia, migración, diplomacia, leyes y muchas otras áreas afectan no sólo a los estadounidenses, sino al mundo entero.

En particular, muchas de las pésimas decisiones que Trump ha tomado tienen que ver con la ciencia, como ya hemos comentado en este espacio. Decisiones que tienen que ver con negar la realidad del cambio climático ocasionado por el ser humano, producto de las emisiones de gases de invernadero de origen industrial; con el cambio de políticas en oficinas del gobierno federal relacionadas con la ciencia, la tecnología, la salud, la agricultura y el ambiente; con su apoyo a ideas anticientíficas carentes de sustento como el movimiento antivacunas, y tantos otros agravios. (De hecho, muchas de las medidas migratorias y regulatorias que la administración Trump está tomando tienen como base más el odio y el racismo que datos verificables.)

Desde fines de enero, un grupo creciente de científicos estadounidenses comenzó a organizar, en la ciudad de Washington, una gran Marcha por la Ciencia. ­Tomaron como inspiración la gran Marcha de las Mujeres que se organizó el 21 de enero en Washington y otras ciudades, con gran éxito. La marcha se propone, en términos generales, según su página web, “defender que la ciencia, financiada de manera decidida y comunicada al público, constituye un pilar de la libertad y la prosperidad humanas”. Se trata de un movimiento “diverso, no partidista, que aboga por una ciencia que promueva el bien común”, y busca exigir que los gobernantes y legisladores “establezcan políticas para el interés público basadas en evidencia”, y no en creencias o ideología (o peor: caprichos).

A partir del lanzamiento de la convocatoria, numerosas asociaciones científicas estadounidenses fueron sumándose, hasta llegar (al 15 de abril) a unas 100. Entre ellas, las poderosas American Chemical Society (Sociedad Química Estadounidense), con 157 mil miembros; la AAAS (American Association for the Advancement of Science, Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia), con 100 mil miembros, y la American Geophysical Union (Unión Geofísica Estadounidense), con 60 mil miembros.

Pero también comenzaron a organizarse, fuera de los Estados Unidos, “marchas satélite” que hasta el momento suman 514 en 52 países. En México hay cuatro marchas registradas oficialmente en la página estadounidense: una en la Ciudad de México y otras en Guadalajara, San Luis Potosí e Irapuato (Guanajuato). Sin embargo, se reporta que habrá hasta 13 marchas o eventos relacionados en nuestro país, en ciudades como Monterrey, Mérida, Culiacán, Oaxaca, Toluca y los que se sigan sumando (busque información en su localidad). Y organismos como la Academia Mexicana de Ciencias, la Academia de Ingeniería, la Academia Nacional de Medicina de México y la sociedad Astronómica de México han expresado su adhesión a la marcha.

No se trata, hay que aclararlo, de marchas políticas o partidarias, ni sus demandas se limitan a lo que ocurre en Estados Unidos: en México se protestará también contra las políticas nacionales que disminuyen o limitan el apoyo a la ciencia (bajos presupuestos para la ciencia, disminución en los montos de becas de posgrado y otros).

Se trata de defender el valor de la ciencia como forma de ver el mundo, de obtener información confiable sobre él y de aplicar el conocimiento obtenido para tomar decisiones racionales en beneficio de la humanidad y el planeta. Y se trata de combatir no sólo las decisiones del gobierno de Trump, sino de mostrar que la ciencia –la investigación científica, la difusión del pensamiento científico entre los ciudadanos y la aplicación del conocimiento científico en la toma de decisiones– es indispensable para el bienestar y desarrollo de cualquier sociedad que aspire a llamarse moderna y democrática.

Y también se trata de mostrar que medidas como las restricciones migratorias que Trump está imponiendo pueden dañar la colaboración científica internacional, de la que depende en gran medida el progreso científico. El pasado 17 de marzo el semanario Science, de la AAAS –una de las dos revistas científicas más influyentes del mundo– publicó una carta en la que el especialista en origen de la vida Antonio Lazcano y otros dos investigadores mexicanos explican el daño que las políticas de Trump podrían causar a la colaboración entre investigadores mexicanos y estadounidenses. Colaboración que es vital no sólo para México (cerca del 10 por ciento de los miembros del Sistema Nacional de Investigadores, SNI, obtuvo su doctorado en Estados Unidos, y más de una tercera parte de los artículos de investigación publicados por mexicanos en colaboración con científicos extranjeros ha sido con investigadores estadounidenses), sino para la colaboración científica internacional en general. Si Estados Unidos cierra sus fronteras a la ciencia, se aislará del sistema científico internacional, en un juego de perder-perder tanto para ese país como para sus socios.

Las decisiones de personas como Trump, que ponen su ideología y creencias por encima de la ciencia y el conocimiento, nos ponen en riesgo a todos. Por eso y por muchas otras cosas, vale la pena asistir este sábado 22 a las 4 pm a la Marcha por la Ciencia. En la Ciudad de México la ruta partirá del Ángel de la Independencia y llegará al Zócalo. Ojalá podamos organizar una gran marcha que demuestre que en México sí valoramos la ciencia. ¡No falte!

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Contacto: mbonfil@unam.mx

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2 comentarios:

Dacrux dijo...

Justo hoy por la mañana leía un punto de vista diferente respecto a la marcha

http://de-avanzada.blogspot.com/2017/04/marcha-por-la-ciencia.html

Martín Bonfil Olivera dijo...

Sí. En las muchas marchas que hubo en el mundo se manejaron muchas ideas distintas. Hay quien, como UNA de estas muchas ideas le desagrada, descalifica TODA la marcha. Me parece un grave error de tirar el bosque completo a la basura porque uno de los árboles está plagado. Una tontería. Y sólo ayuda a fomentar la división de quienes estamos a favor del pensamiento científico, que nos debilita. Casi casi, un sabotaje. En fin.